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En el mundo hay aproximadamente 3,7 millones de bitcoins que se han perdido para siempre por diferentes motivos, por ejemplo, al haber tirado los discos duros o los móviles que contenían información o habiendo olvidado la contraseña de acceso.
En este caso, lo que ha ocurrido es que, en 2018, Dan Reich y un amigo invirtieron 50.000 dólares en tokens de Theta que después transfirieron a un monedero hardware.
Para realizar esta acción crearon un PIN para acceder a los fondos, pero la criptomoneda se hundió en valor y los dos amigos se desentendieron del tema y, después, se olvidaron del PIN.
Poco más tarde, la criptomoneda recuperaba el valor, y el monedero pasó a valer dos millones de dólares. Sin embargo, no podían acceder a ese dinero porque habían perdido la contraseña.
Intentaron recuperar el PIN de acceso sin obtener resultado positivo. Así que, en vez de intentar adivinar el PIN, ya que no podían, trataron de buscar otras alternativas.
Encontraron a un ingeniero eléctrico y hacker llamado Joe Grand que contaba con su propio laboratorio en casa, quien compró varias llaves de Trezor One. Grand se puso a investigar y localizó, a través de otro hacker, un ‘método de inyección de fallos’ que permitía debilitar la seguridad de la memoria RAM del dispositivo y leer el PIN en ese momento.
Después de tres meses de trabajo, Joe Grand consiguió desarrollar una técnica para 'hackear' las llaves de prueba y un script para realizar los intentos necesarios en la captura del PIN.
Finalmente, el método dio resultado con el monedero Trezor One de Dan Reich y su amigo.
Ahora el script tenía que capturar el PIN, algo que tardó tres horas y 19 minutos y que capturaron en vídeo a modo de minidocumental.
Por último transfirieron los tokens Theta a una cuenta segura en la que esperan recordar la contraseña. También trasladaron un porcentaje a Grand por sus servicios prestados.
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