Tether es el mayor emisor del mundo de las USDT, un tipo de criptomoneda cuya principal característica es mantener una paridad estable con el dólar (stablecoins). Su tenencia implica cero riesgo para el inversor, pero también su rendimiento es nulo. En cambio, para Tether esa intermediación representa ganancias muy jugosas, ya que ese fondeo que recibe gratis lo invierte en bonos del Tesoro de los Estados Unidos. Hace poco la compañía invirtió en una agrotech argentina.
Según los últimos datos disponibles, correspondientes al primer semestre de 2024, la empresa declaró una ganancia neta récord de u$s5.200 millones. La exposición en Bonos del Tesoro llegó a otro récord con u$s97.600 millones, cifra que posiciona a Tether como uno de los mayores tenedores de deuda estadounidense en el mundo.
El patrimonio neto consolidado de la empresa aumentó a u$s11.900 millones al 30 de junio de 2024, a pesar de una caída en los precios del bitcoin. Su capitalización de mercado superó los u$s118.000 millones esta semana.
El negocio parece muy sencillo y cualquiera podría decir, ¿por qué no se me ocurrió? Pero las cosas no son tan fáciles como parecen. Y detrás de la historia de la construcción de un negocio descomunal como Tether aparecen empresarios impulsados por la ambición, el talento y también la predisposición a involucrarse en terrenos no siempre muy transparentes.
Pablo Ardoino, un apasionado de la computación
El italiano Paolo Ardoino es el CEO actual de Tether. Tiene 40 años, nació y se crió en la granja de su familia, en el norte próspero de Italia. Desde pequeño encontró su pasión en la computación. Comenzó a programar a los ocho años y marcó un camino para ingresar a la Universidad de Génova para estudiar informática y matemáticas. Se graduó en el 2008 y pasó a ser un investigador de un proyecto militar sobre redes resistentes de alta disponibilidad y criptografía en la empresa Selex Communications.
Posteriormente emigró para buscar mejores oportunidades laborales y su primer destino fue Londres. Llegó en 2013 y fundó Fincluster, una compañía que creaba aplicaciones financieras basadas en la nube. Sus clientes eran asesores, gestores de fondos e instituciones de la ciudad inglesa, Milán y Lugano.
Desde su empresa conoció al director financiero de Tether en 2014, Giancarlo Devasini. Él le pidió ayuda a Ardoino para que su criptomoneda pudiera progresar en la plataforma de Bitfinex. El italiano se convirtió en la cara de la stablecoin USDT junto a Devasini y Jean-Louis van der Velde, quienes reunían los fondos para el funcionamiento de la divisa.
El año pasado Ardoino tomó el liderazgo de Tether, aunque sus dos socios siguen teniendo grandes participaciones en la empresa y mantienen su poder de decisión. Desde entonces concretaron grandes inversiones. Como los u$s1.000 millones de dólares que pusieron para minería Bitcoin en El Salvador, alimentada por energía eólica y solar.
El empresario italiano cuenta con el 20% de las participaciones de Tether. La revista Forbes estimó que cuenta con una fortuna estimada de u$s3.900 millones.
Giancarlo Devasini, el cirujano plástico con culpas
El director financiero de Tether es Giancarlo Devasini. Tiene 57 años, nacido en Turín y se graduó en Medicina en Milán. Ejerció como cirujano plástico durante varios años hasta que, cuenta la leyenda, se sintió frustrado con su profesión, sensación que lo desbordó cuando no pudo convencer a una paciente de que sus pechos no necesitaban cirugías.
Giancarlo Devasini, fue cirujano plástico antes de hacerse multimillonario con Tether. Sus antecendentes comerciales no son los mejores.
Así, Devasini abandonó la medicina y se pasó al mundo de los productos electrónicos y construyó un grupo que, según reza la webpage de Bitfinex, llegó a facturar 100 millones de euros y vendió en 2008, justo antes de la crisis financiera.
Sin embargo, investigaciones realizadas en su país revelaron que los ingresos de su empresa llegaban a sólo 12 millones de euros y el “imperio Devasini” se convirtió en cenizas tras un fatal incendio en sus oficinas y depósitos, en febrero de ese año. La compañía-madre, Solo, se liquidó ese mismo año. Sus subsidiarias, Acme, Compass y Freshbit, tenían un valor de un euro cada una en las cuentas de Solo.
En sus 20 años de vender computadoras y hardware, Devasini se hacía llamar “Merlín”, por el mítico mago de las historias del siglo V, la época del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, y en sus comunicaciones por Skype se presentaba como “merlinmagoo”.
A mediados de los años '90 tuvo que pagar una compensación de 100 millones de liras por una demanda de falsificación que le hizo Microsoft. Luego, en 2007, otra firma de su propiedad, Acme, fue demandada por la japonesa Toshiba por no respetar sus patentes, debido a las especificaciones de formato de los DVDs que vendía Devasini.
En 2010, Perpetual Action Group, otra empresa con sede en Mónaco creada por Devasini con actividad en el mercado de componentes electrónicos fue denunciada por un comprador estadounidense que en lugar de recibir los chips de memoria que había comprado, se encontró con un pedazo de madera en el paquete.
En 2012 Devasini llamó la atención en un foro de Bitcoin cuando preguntó a los participantes si tenían interés en comprar DVDs o CDs a 1 centavo de Bitcoin por unidad y en grandes volúmenes. Ofrecía envío gratuito para grandes pedidos.
En 2014 se lanzó Tether y el ex cirujano y ex vendedor de electrónicos usados italiano se convirtió pronto en su cerebro. De hecho, es Chief Financial Officer, tanto de Tether como de Bitfinex.
Todavía en 2016 Devasini debió afrontar cuentas de su pasado. Alcosto, otro de sus viejos emprendimientos electrónicos, fue acusado por la Comisión Tributaria de Gran Bretaña de fraude fiscal por su participación en una larga cadena de transacciones generadas para, al final, solicitar al fisco británico reembolsos del Impuesto al Valor Agregado.
En Estados Unidos tampoco ha logrado una buena reputación. Letitia James, la fiscal de Nueva York, describió a Tether, Devasini y sus socios como “individuos sin licencia ni regulación, que hacen negocios en los rincones más oscuros del sistema financiero”.
Jean-Louis van der Velde, el holandés fantasma
Autodefinido como tecnólogo y emprendedor serial, Jean-Louis van der Velde habla cinco idiomas y ha acumulado 30 años de experiencia en la industria internacional de alta tecnología, seguidos de un movimiento gradual hacia las finanzas internacionales y Fintech.
Jean-Louis van der Velde, el directivo de Tether con menor exposición pública. Es uno de los cerebros ocultos de la compañía.
Dejó su país natal, los Países Bajos, en 1985 para asistir a la universidad en Taiwán y ha vivido en Asia desde entonces.
Desde que llegó a Asia, fue cofundador de varias empresas de IT que abarcan desde el diseño y desarrollo de hardware hasta software, y ha estado en el centro del desarrollo inicial de varias tecnologías clave a través de sus negocios (sistemas integrados, transmisión de video, IPTV, TV digital, aplicaciones basadas en la web y marketing digital).
Pero el costado de su perfil que ha tenido más relevancia para definirlo es su escasa presencia pública. Es cultor de un estilo muy discreto a punto tal que no da entrevistas, cerró su cuenta de Twitter y ya no aparece en público.
Su baja exposición ha llegado a un grado tal que se lo menciona como el director “fantasma”, e incluso hay personas en el mundo cripto que han llegado a sostener que su nombre es un seudónimo y que no existe como su nombre indica.
Como ex director ejecutivo de Tether, Van der Velde opera como una figura responsable de mantener las relaciones estratégicas de alto nivel de Tether con bancos y reguladores, y posee aproximadamente el 20% de la empresa. Su patrimonio ronda los u$s4.000 millones según Forbes.
Sin embargo, contra el perfil bajo que cultiva desde que se incorporó a Tether, durante la era puntocom tuvo niveles normales de exposición. Fue un orador habitual en conferencias sobre tecnologías de código abierto como cofundador de una de las empresas de Linux integrado más avanzadas de la época. Ha ocupado puestos de alta dirección en varias grandes corporaciones privadas y públicas en TI, distribución, fabricación y todavía se desempeña como director ejecutivo en un grupo automotriz chino y como VC con sede en Hong Kong.
También es profesor en la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Taiwán (NTSTU) y profesor invitado en la Universidad de Taiwán (Blockchain y Regulación).