El fundador de Telegram propone dispositivos inspirados en criptomonedas para la comunicación privada

En un mundo cada vez más receloso de la vigilancia gubernamental, Pavel Durov, fundador de Telegram, imagina la frontera de la privacidad a través del desarrollo de hardware inspirado en las criptomonedas para una comunicación segura.

Durov sugirió esta idea en respuesta a inquietantes encuentros con el gobierno de EE.UU., que pusieron de relieve las vulnerabilidades de la privacidad en la era digital.

El Gobierno estadounidense intentó controlar Telegram: Pavel Durov

Durov, que abandonó Rusia en 2014 debido a la interferencia gubernamental, ha tenido experiencias inquietantes en Estados Unidos. En un debate con el periodista estadounidense Tucker Carlson, Durov afirmó que el FBI le enfrentó y le siguió en repetidas ocasiones.

“Cada vez que iba a Estados Unidos, tenía a dos agentes del FBI en el aeropuerto haciéndome preguntas. Una vez estaba desayunando a las 9 de la mañana y el FBI se presentó en mi casa. Estaban interesados en saber más sobre Telegram, sabían que había salido de Rusia, querían detalles. Creo que querían establecer una relación que les permitiera controlar mejor Telegram”, explica Durov.

Su preocupación se intensificó cuando se intentó coaccionar a un ingeniero de Telegram para que introdujera puertas traseras en la aplicación. Estas puertas traseras permitirían a entidades no reveladas vigilar las comunicaciones de los usuarios.

“Eso es lo que me dijo el ingeniero de Telegram. Querían que codificara herramientas de código abierto en la aplicación que sirvieran como puertas traseras”, explicó Durov.

Además, el fundador de Telegram dijo que Estados Unidos es el único lugar en el que ha sido atacado físicamente. Relató un inquietante incidente en San Francisco, donde tres individuos intentaron apoderarse de su teléfono.

¿Cómo la tecnología cripto puede mejorar la privacidad?

A pesar de estas amenazas, Durov sigue siendo optimista sobre el potencial de las soluciones tecnológicas que salvaguardan la privacidad. Cree que los desarrolladores pueden inspirarse en los monederos electrónicos de criptomonedas, que permiten a los usuarios controlar por completo sus activos digitales.

Del mismo modo, prevé la creación de dispositivos seguros para comunicarse. Estos aparatos permitirían a los usuarios enviar mensajes y realizar llamadas sin temor a ser interceptados.

Además, esta iniciativa refleja los recientes avances de Telegram en la integración de criptomonedas en las funcionalidades de su plataforma. A principios de este mes, Telegram introdujo una nueva función de pago utilizando la criptomoneda nativa de la blockchain Toncoin: TON.

Esta innovación incluye un sistema de recompensas para los propietarios de canales, permitiéndoles ganar el 50% de los ingresos de los anuncios mostrados en sus canales.

Con los canales públicos en Telegram acumulando más de un billón de visitas mensuales, este esquema marca un cambio significativo en la generación de ingresos de los creadores de contenido.

“Cualquiera puede ahora promocionar su bot o canal – con presupuestos tan bajos como un puñado de Toncoins. Al crear un anuncio en Telegram, eliges los canales exactos en los que te gustaría que apareciera, por lo que tienes un control total sobre su contexto”, explican desde Telegram.

El uso de TON con fines publicitarios pone de manifiesto el interés de Telegram por utilizar la tecnología blockchain para mejorar la eficiencia y el control de los usuarios sobre la ubicación de los anuncios. En medio de estos desarrollos, Toncoin llegó al top 10 de criptomonedas por capitalización de mercado, destronando a Cardano (ADA).

A medida que Telegram se acerca a los mil millones de usuarios activos mensuales, su influencia y utilidad siguen creciendo. Su importante papel en la difusión de noticias sin filtros, especialmente durante el actual conflicto entre Rusia y Ucrania, ha cosechado tanto elogios como críticas.

Aunque la plataforma ha sido vital para las actualizaciones en tiempo real, también se ha enfrentado al escrutinio por la posible difusión de desinformación.