En LABITCONF 2025, el cierre del panel «Minería Bitcoin e IA: Oportunidades y Desafíos» dejó un mensaje claro: América Latina está sentada sobre una oportunidad histórica. Con excedentes energéticos, gas desaprovechado y una incipiente adopción de inteligencia artificial, la región tiene las piezas para convertirse en el nuevo polo minero del mundo. Solo falta ensamblarlas.
Gas: el oro invisible del sur
El debate tomó un giro estratégico cuando el moderador Adolfo Raed introdujo el tema del gas argentino: «Hoy el precio del gas está bajo, y eso abre la puerta a minar produciendo energía con gas de flare».
La afirmación despertó consenso inmediato. Walter Salama, de BITPATAGONIA, reveló que su empresa ya desarrolla contenedores móviles para minar con gas residual, una solución que permite reducir costos, evitar desperdicios y descentralizar la operación: «Atomizamos el riesgo político. Si hay presión, nos movemos. Es minería modular y eficiente».
Estos sistemas, explicó, se integran con proyectos energéticos locales, activando economías regionales y creando empleo técnico en provincias donde el gas suele quedar inutilizado por falta de infraestructura. «Hay una oportunidad enorme en la Patagonia para monetizar lo no vendido de manera eficiente», señaló Salama.
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IA y minería: dos industrias que compiten por energía
Raed planteó una inquietud clave: «¿Quién se quedará con la energía? ¿La inteligencia artificial o la minería?». La pregunta sintetiza una tensión que crece en todo el mundo. Mientras los centros de datos de IA demandan más electricidad que nunca, la minería busca mantener su rentabilidad sin sacrificar descentralización.
El brasileño Carlos Augusto Oliveira aportó una perspectiva continental: «Brasil tiene un excedente de casi 100 terawatts. Si cooperamos regionalmente, podríamos usar esa energía para minar Bitcoin y descentralizar el mercado».
Su propuesta va más allá del nacionalismo energético. Oliveira plantea una alianza regional entre Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay para atraer inversión minera y regular el uso de energía excedente. En su visión, la descentralización no solo es técnica, sino política: evitar que Estados Unidos concentre más del 50% del poder de hash global.
Una década decisiva
Los panelistas coincidieron en que la ventana de oportunidad tiene fecha de vencimiento. Según Fabrizio Bianchi, «tenemos unos 10 años para aprovechar la mayor producción de Bitcoin antes de llegar al 99% de los BTC minados». Después de ese punto, el negocio dependerá casi exclusivamente de las comisiones de transacción.
Por eso, cada megawatt desperdiciado hoy es una oportunidad perdida. Si América Latina logra combinar excedentes energéticos, innovación en IA y marcos regulatorios estables, puede pasar de ser exportadora de electricidad a exportadora de valor digital.
Conclusión
En el nuevo tablero energético global, Bitcoin y la inteligencia artificial no son rivales: son dos fuerzas que redefinen la infraestructura del siglo XXI.
América Latina tiene el potencial, el recurso y la experiencia técnica. Lo único que necesita es una visión común. Porque, como advirtieron en LABITCONF, la próxima revolución energética podría comenzar al sur del continente.
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