En un mundo donde las emociones mueven mercados, el pesimismo ha vuelto a apoderarse de bitcoin (BTC).
Sin embargo, en medio de este ruido ensordecedor, una corriente contraria empieza a tomar forma: el miedo extremo, lejos de ser una sentencia de muerte, podría estar señalando un momento clave para los inversionistas con visión a largo plazo.
¿Es este el preludio de una nueva etapa dorada o simplemente otro capítulo de incertidumbre? Los datos y las voces del mercado ofrecen pistas que vale la pena explorar.
El Índice de Miedo y Codicia, una herramienta que mide el pulso emocional de los inversionistas, llegó a caer en la zona de «miedo extremo». Este fenómeno no es nuevo. Históricamente, cuando el temor se apodera del mercado, los precios de bitcoin tienden a tocar fondo o, al menos, a estabilizarse antes de un repunte.
Tommaso Scarpellini, analista de datos y responsable de la columna de Financial Serenity, observa este patrón con interés. «No me sorprende ver surgir nuevas opiniones apocalípticas; esto tiende a ocurrir cuando el índice refleja un sentimiento tan débil», señala.
Para él, las estadísticas han demostrado ser un guía más confiable que las voces altisonantes de las finanzas tradicionales.
El miedo como brújula del mercado
El análisis de Scarpellini no se basa en intuiciones vagas. El Índice de Miedo y Codicia combina factores como la volatilidad de los precios, el impulso del mercado y la relación entre opciones de venta (puts) y compra (calls) en los derivados.
Cuando el puntaje cae, el miedo domina. Los inversionistas venden para protegerse de pérdidas o se abstienen de entrar al mercado. Sin embargo, cuando superpones el Índice de Miedo y Codicia con el gráfico de precios de BTC, «se hace evidente que este habría sido un gran indicador contrario para los inversionistas de BTC a largo plazo en el pasado». En otras palabras, las zonas de miedo extremo han representado históricamente puntos de entrada sólidos, señala.
«No se trata de predecir el fondo exacto, sino de reconocer oportunidades decentes», señala el analista.
Este enfoque contrario —comprar cuando otros venden— no es ninguna novedad en el mundo de las inversiones. Lo que sí llama la atención es cómo el pesimismo actual contrasta con la evolución de bitcoin en la última década.
En 2017, cuando la moneda digital alcanzó los 20.000 dólares, figuras como Ray Dalio, Jamie Dimon y Larry Fink la tildaron de burbuja, fraude y especulación sin fundamento. El mercado bajista que siguió pareció darles la razón. Pero la historia dio un giro, menos de seis años después, bitcoin se cotiza a cinco veces ese valor, y algunos de sus críticos más feroces han cambiado de bando.
Por ejemplo, Dalio suavizó su postura y ahora ve a bitcoin como una alternativa viable al oro y a los activos de deuda. Fink, CEO de BlackRock, fue más allá: calificó a la criptomoneda como «oro digital» y reconoció que su escepticismo inicial era equivocado, tal como lo reportó CriptoNoticias.
Hoy, BlackRock gestiona el ETF de bitcoin más grande del mundo, lanzado en enero de 2024. Estos cambios de opinión subrayan una verdad incómoda: las predicciones emocionales pueden fallar estrepitosamente, mientras que los patrones del mercado ofrecen una narrativa más consistente.
Una mirada técnica al ciclo
Más allá del sentimiento, los indicadores técnicos también aportan claridad. Scarpellini destaca el Índice de Fuerza Relativa (RSI) de 14 períodos como una herramienta útil para entender la dinámica de precios de bitcoin.
Este indicador, que mide la velocidad y el cambio de los movimientos de precios, oscila entre 0 y 100. Un RSI superior a 70 sugiere que el activo está sobrecomprado; por debajo de 30, infravalorado.
Recientemente, bitcoin tocó los 50 puntos en el RSI antes de rebotar desde los 80.000 dólares, un nivel psicológico clave. Actualmente, cotiza alrededor de los 86.000 dólares, mientras los 90.000 dólares se perfilan como la barrera que de ser superada podría abrir el camino a un nuevo máximo histórico.
Al revisar el historial, el analista encuentra que, de siete configuraciones similares en el RSI, solo dos marcaron el inicio de un mercado bajista prolongado. Las otras cinco fueron retrocesos temporales dentro de una tendencia alcista más amplia.
«Cada corrección se siente como el fin del mundo, pero los verdaderos mercados bajistas son más difíciles de detectar en el gráfico de bitcoin que las zonas de consolidación», asegura Scarpellini. Este dato nos invita a la reflexión: ¿estamos ante un simple ajuste o frente al preludio de algo mayor?
Los fundamentos bajo el microscopio
Si el sentimiento y los técnicos ofrecen una guía, los fundamentos plantean un desafío mayor. Bitcoin no genera dividendos, no tiene utilidad industrial y su valor depende enteramente de la confianza del mercado.
¿Cómo evaluar entonces si está sobrevalorado o infravalorado? Aquí entra en juego el indicador MVRV, que compara la capitalización de mercado actual de bitcoin con su valor realizado —es decir, el precio al que las monedas cambiaron de manos por última vez—. Un MVRV alto indica euforia; un MVRV bajo, subvaluación.
Actualmente, el Z-Score del MVRV, una versión estandarizada de este indicador, se sitúa en 2. Históricamente, las «zonas de compra» se han ubicado por debajo de 1, mientras que las «zonas de venta» han superado los 7 puntos.
Con un valor de 2, bitcoin no está ni en territorio de pánico ni en una burbuja evidente. «No sé cuál es el valor justo de bitcoin, pero el mercado sí cree en él», apunta Scarpellini. Esta observación refuerza la idea de que, más allá de las opiniones, la dinámica oferta-demanda sigue siendo el motor principal de la moneda.
El riesgo siempre acecha
A pesar de la evidencia estadística, ningún análisis está exento de incertidumbre. Los descargos de responsabilidad lo repiten hasta el cansancio: el pasado no garantiza resultados futuros.
Una probabilidad del 90% aún deja un 10% de margen para lo inesperado, y en el mundo de las finanzas, ese porcentaje puede traducirse en pérdidas significativas. «El riesgo es inherente a cualquier decisión basada en datos», reconoce el analista de Financial Serenity. Bitcoin, con su volatilidad legendaria, amplifica esa realidad.
Por ello, la pregunta inicial —»¿en qué fase del ciclo estamos?»— no tiene una respuesta definitiva. Scarpellini prefiere abordarla desde una perspectiva multidimensional: el sentimiento muestra miedo, los técnicos sugieren un retroceso manejable y los fundamentos no indican un colapso inminente.
«No veo razones para ser bajista en bitcoin», afirma. Sin embargo, evita caer en el optimismo ciego. «Analizo bitcoin como cualquier otro activo, siguiendo su narrativa a través de datos, no de emociones».
Un futuro incierto, pero resistente
El pesimismo que envuelve a bitcoin en marzo de 2025 no es un fenómeno aislado; es parte de un ciclo que se ha repetido desde los primeros días de la moneda digital.
Las voces que predicen su desaparición contrastan con los números que sugieren resiliencia. El miedo extremo, lejos de ser una condena, ha actuado como una señal contraria en el pasado, mientras que los giros de opinión de figuras como Dalio y Fink reflejan la dificultad de anticipar el destino de este activo.
Entre el ruido y los datos, una certeza emerge: bitcoin sigue desafiando a sus detractores. Si el futuro confirmará esta tendencia o traerá sorpresas, solo el tiempo —y el mercado— lo dirán. Por ahora, la moneda permanece en el centro del debate, tan viva como siempre.