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El Bitcóin ya tiene mineros y cada día se mete más en nuestra vida

source-logo  abc.es 16 Enero 2022 06:58, UTC

Kazajistán es un país minero. Produce carbón, hierro, manganeso y tiene las mayores reservas de uranio del mundo. Y también es una potencia de la llamada minería de criptomonedas que es la manera en que se denomina el proceso de validación informática de estos activos. Más del 18% de la capacidad para codificar criptomonedas se encuentra allí, según el índice de Consumo de Electricidad de Bitcóin de la Universidad de Cambridge (CBECI). Es el segundo país por detrás de EE.UU. que posee el 35,4%. La decisión de las autoridades de Kazajistán de cortar internet durante el reciente estallido social provocó una merma de la capacidad de minado del 2,2%.

En septiembre, Kazajistán se vio favorecido por la decisión

 de China de prohibir el minado y uso de criptomonedas. Hasta entonces, el gigante asiático concentraba el 46% de la actividad. Empresas como BIT Mining, una de las mayores dedicada a la minería de criptomonedas se trasladaron a Kazajistán y ahora están evaluando migrar a Norteamérica.

Pero, ¿qué es la minería de criptomonedas? Básicamente es una forma de asegurar las transacciones digitales. En el mundo analógico, cuando una persona le entrega un bien o servicio a otra, se traspasa algo físico o una actividad: oro, dinero, títulos, conocimiento, cuidados… Pero en el mundo digital, cuando se envía un archivo, éste sigue en el dispositivo original y también llega al receptor. Por lo tanto, se necesita un sistema que garantice que la propiedad ha sido transferida y cuál de los dos archivos es el auténtico. Esa autentificación la realiza el sistema ‘Blockchain’.

Este sistema es un gigantesco libro de contabilidad donde las operaciones realizadas con criptomonedas quedan registradas y cifradas para proteger la seguridad y privacidad. ‘Blockchain’ es una base de datos distribuida, lo que significa que está desperdigada por la red y no depende de nadie en particular. Cada vez que se completa un bloque, donde cabe un número limitado de transacciones, alguien debe clausurarlo y validarlo, y ese proceso se conoce como minado. Éste consiste en que el bloque pide un código para poder cerrarse y tiene la forma de un problema matemático cuya resolución garantiza la integridad del mismo. Quien primero descubre la solución se lleva una recompensa, bajo la forma de criptomonedas. El proceso se denomina minado porque el hallazgo de la clave recuerda el descubrimiento de oro.

Hay 22 cajeros de bitcóin en Barcelona y 15 en Madrid - Jaime García

Satoshi Nakamoto

El bitcóin, la más famosa de las criptomonedas, fue creada el 31 de octubre de 2008 por una persona o entidad que usaba el seudónimo Satoshi Nakamoto. Nació a partir de un mensaje a una lista de criptografía que describía «un nuevo sistema de efectivo electrónico». Hasta diciembre de 2010, Nakamoto y otros voluntarios dieron forma a la plataforma y crearon los primeros nodos donde se minan los primeros bitcoines.

Cuando nació el bitcóin, el minado se podía hacer con un simple ordenador doméstico desde casa. En agosto de 2014, el tamaño del archivo con las transacciones del bitcóin ocupaba 20 GB (gigabytes). A principios de 2020, se había multiplicado por 10 hasta los 200 GB. Hoy, todavía se puede hacer minería aficionada con tarjetas gráficas muy potentes, pero quienes se dedican al minado profesional a gran escala deben recurrir a equipos especiales como los que fabrica la firma china Bitmain, que ha copado el 90% del mercado de estas máquinas. Con la pandemia y la escasez de chips, los plazos de entrega tienen un retraso de meses.

Los mineros de criptomonedas cierran un bloque cada diez minutos y el más rápido en resolverlo se queda con las nuevas monedas que se ponen en circulación

En la actualidad, los mineros de criptomonedas están cerrando un bloque cada diez minutos y el más rápido en resolverlo se queda con las nuevas monedas que se ponen en circulación. La actividad se ha profesionalizado y hay simposios internacionales sobre el tema. Hay naves industriales enteras llenas de ordenadores, dedicadas al minado de criptomonedas.

El consumo eléctrico no es despreciable y esto ha despertado las críticas de los ecologistas. El gasto de energía es muy alto porque los procesadores alcanzan elevadas temperaturas y hay que enfriarlos. Esto ha hecho que muchas instalaciones de criptominería escojan latitudes extremas –en el norte de Europa o de Rusia– para instalarse. También les resultan atractivos los países donde la energía eléctrica es barata o fácil de robar.

El jueves, Elon Musk anunció que admitirá pagos en dogecoins, otra criptomoneda, a cambio de sus coches eléctricos de Tesla

Desde que en 2011 algunos grupos de activismo digital comenzaron a recibir donativos en criptomonedas, su aceptación como medio de pago ha sido creciente. El jueves pasado, Elon Musk anunció que su empresa Tesla aceptará operaciones en dogecoins, lo que provocó una subida del 8% de su valor. La creación de Bitcoin Cash en 2017 le dio un impulso adicional. Hoy, hay 22 cajeros de bitcóin en Barcelona y 15 en Madrid. La empresa GBTC acaba de inaugurar tres oficinas en Madrid donde comercializan ‘merchandising’ y se realizan operaciones de compraventa de criptomonedas.

Un cartel de bitcóin colocado en la puerta de una oficina de intercambio de criptomonedas en Prístina, Serbia - EFE

Valor especulativo

Esta creciente aceptación como medio de pago está detrás de la decisión china de prohibir las operaciones con criptomonedas, puesto que se había convertido en una manera de sacar dinero del país sin tener que cumplir los controles cambiarios oficiales.

Sin embargo, las criptomonedas están de moda no tanto por su valor como medio de pago como por el intento de convertirlas en un activo refugio como el dólar o el oro y que ha devenido en un comportamiento fuertemente especulativo. Cuando nació el bitcóin, se necesitaban cuatro unidades por cada céntimo de dólar. Es decir, el cambio era un dólar por 400 bitcoines. Hoy, un bitcóin está valorado en 49.900 dólares (37.600 euros). Su volatilidad es altísima: en el transcurso de 2020 tocó máximos históricos superando los 67.000 dólares en noviembre, pero marcó mínimos de 29.789 en julio.

Daniel Lacalle, economista jefe de la gestora de fondos Tressis, ve con cierto escepticismo el comportamiento del bitcóin. «La gente ha entrado en él de forma especulativa», afirma. Cuestiona su valor como moneda. «Al final no es un activo contracíclico, sino que se comporta de manera bastante procíclica».

Esta noción de que el público está tomando las criptomonedas como valores para especular con ellas está bastante extendida entre los expertos del mercado. Su viabilidad como medio de pago está hipotecada por las decisiones que tomen los bancos centrales en el corto plazo. La mayoría piensa digitalizar pronto sus propias monedas –el euro, el yen o el dólar– y China ya ha anunciado el renminbi digital.

El jueves pasado, Elon Musk anunció que su empresa Tesla aceptará operaciones en dogecoins, lo que provocó una subida del 8% de su valor

Joaquín Casasús, director general de Abante, coincide con Lacalle, pero admite que las criptomonedas le causan «sensaciones encontradas». «Desde el punto de vista racional, es una burbuja que en algún momento va a pinchar, pero veo cosas distintas a otras burbujas: por ejemplo, nunca un activo que haya caído más del 40% de su valor se ha recuperado y el bitcóin ha tenido una decena de caídas de más del 50% y alguna del 80% y ha vuelto».

Casasús apunta a una cuestión muy relevante. «Hay mucho talento, gente muy inteligente detrás de las criptomonedas. Es un ecosistema muy potente. Eso me hace dudar de lo que veo. A lo mejor tienen razón». Sin embargo, coincide en el mismo punto que Lacalle: ambos no acaban de ver las ventajas del sistema bitcóin sobre el dinero fíat (convencional) una vez que los bancos centrales abandonaron el patrón oro.

Pero como la mayoría de los expertos, Lacalle y Casasús creen que las cosas están cambiando radicalmente con el sistema ‘Blockchain’ que está detrás de las criptomonedas. Este sistema hace posible los Non Fungible Tokens (NFT) que están popularizando el arte digital o la adquisición de bienes en mundos virtuales como el Metaverso de Facebook, Decentraland, Sandbox o Blacktopia. Todo un mundo paralelo que está llamando a nuestras puertas.

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