«El sistema bancario de EE. UU. se mantiene resistente y sobre una base sólida» estas fueron las declaraciones de la secretaria del Departamento del Tesoro (DOT) de Estados Unidos, Yanet Yellen, en un comunicado en conjunto con otros entes reguladores del país, para describir la situación que se viene viviendo en Estados Unidos con varios de sus principales bancos.
Estas declaraciones me recuerdan a Henry Paulson, secretario del DOT durante la crisis inmobiliaria de 2008, quien en agosto de 2007 declarase: «La economía de Estados Unidos es sólida». Si bien desconozco si Paulsen era consciente de la crisis que estaba por llegar, en la que más de 25 entidades financieras se declararían en quiebra solo en EE. UU, sus palabras terminaron siendo una mentira que quedó tallada en la historia.
Paulsen no fue el único que intentó minimizar, un poco, la inminente llegada de la crisis inmobiliaria en 2008. En abril de ese año, Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), apuntó que «no veía ninguna burbuja inmobiliaria».
Recordemos que estas personas son las encargadas de cuidar la estabilidad de la economía más grande del planeta, los cuales ha reconocido saber «poco» sobre fenómenos económicos, como la inflación, en declaraciones dadas por Jerome Powell, presidente de la FED.
Un sistema basado en la confianza que ya no funciona
Todo el sistema bancario está basado en la confianza. Los depositantes confían en que los bancos mantendrán sus fondos seguros. Los bancos, a su vez, confían en otras instituciones financieras para el flujo de activos dentro de todo el sistema bancario. Asimismo, este sistema de flujo de activos, compuesto por miles de bancos a nivel mundial, confía en las instituciones gubernamentales o reguladores para proteger las leyes y regular los mercados.
Si un solo eslabón falla, todo el sistema falla.
Esta es quizás la razón porque las personas encargadas de dirigir las instituciones, ya sea organismos reguladores o incluso presidentes de bancos, recuren a dar informaciones un poco tendenciosas, que pueden considerarse incluso una mentira, con tal de mantener la confianza en el sistema y evitar un desplome.
El propio Joe Biden, presidente de EE. UU. ha declarado que los estadounidenses pueden tener «confianza en que el sistema bancario es seguro». Sin embargo, en casos como el de Silicon Valley Bank o Signature Bank, donde el fallo vino por malas decisiones económicas y un sistema que permite utilizar el dinero de sus clientes indiscriminadamente, resquebrajando la confianza, dando la impresión que la decisión más sensata es no confiar.
En 2008, para calmar a las personas de no retirar masivamente su dinero de los bancos, se les vendió la idea de que «todo está bien» o «confía en nosotros», tal confianza resultó en perdidas calculadas por encima de los 3,4 billones en todo el mundo.
No obstante, hay una diferencia importante en la crisis del 2008 y la actual: el tiempo en que tardaron los depositantes en perder la confianza en el sistema. En 2008, los inversionistas duraron años en darse cuenta de la crisis que se avecinaba para finalmente desconfiar de los bancos y querer retirar sus fondos. En la actualidad, el reporte de una falla de liquidez en Silicon Valley Bank, llevó a una ola de retiros masivos en cuestión de horas, arrastrando, por el momento, a 3 entidades bancarias a la quiebra.
Algo que podría ayudar a dimensionar la pérdida de confianza actual, con la del 2008, es la cantidad de fondos retirados. Antes de la quiebra de Lehman Brothers, se reportó que los depositantes intentaron retirar USD 16,7 mil millones. En cambio, con la caída de Silicon Valley Bank, los usuarios intentaron hacer retiros por más de USD 52 mil millones, casi el triple que en 2008.
Esta posiblemente es la razón porque los reguladores se han dado la tarea a vender de nuevo la idea del «todo está bien». Saben que la confianza, el principal motor del sistema financiero, ha mermado y sin ella es imposible que funcione sanamente. Puede ser que, incluso, estén un poco desesperados. No obstante, vale la pena recordar que, si ya antes los reguladores han metido sobre la supuesta «estabilidad», ¿por qué ahora sí deberíamos creerles?
Si bien el epicentro del quiebre de ruptura actual ha comenzado en Estados Unidos, las secuelas ya comienzan a sentirse en otras latitudes del globo. Durante la redacción de esta nota, se conoció la noticia que Credit Suisse, uno de las principales entidades financieras de Europa, con sede en Suiza, está a punto de quebrar. La desconfianza es total.
Bitcoin como solución al problema desde la anterior crisis
La criptomoneda madre dio sus primeros pasos en 2008, durante la crisis. Su desarrollo pudo haber tomado años, por lo que puede considerarse que su creación no fue una respuesta a la crisis. En su libro blanco, que describe los aspectos técnicos de la moneda, Satoshi Nakamoto destacó que Bitcoin es un sistema donde se puede intercambiar transacciones sin confiar el uno del otro. En Bitcoin, la confianza entre pares o a instituciones no existe.
El problema central de la moneda convencional es toda la confianza que se necesita para que funcione. El banco central debe ser confiado para no devaluar la moneda, pero la historia de las monedas fiduciarias está llena de violaciones a esa confianza. Los bancos deben ser confiados para guardar nuestro dinero y transferirlo electrónicamente, pero lo prestan en oleadas de burbujas de crédito con apenas una fracción en reserva. Tenemos que confiarles nuestra privacidad, confiar en que no dejarán que los ladrones de identidad vacíen nuestras cuentas. Sus enormes costos operativos hacen imposibles los micropagos.
Libro blanco de Bitcoin – Satoshi Nakamoto.
Si bien Poulsen señalaba en 2008 que los «fundamentos de la economía son sólidos», la economía no resistió. Sin embargo, en el caso de Bitcoin, su fundamentos siguen siendo los mismos desde el primer bloque en su red: emisión finita, protocolo sin confianza, red descentralizada, segura y privada.
Me gusta pensar que Bitcoin no nació como respuesta a una crisis, su objetivo era darles control real a las personas sobre su dinero. Con ese valor en mente, Bitcoin terminó siendo lo que es y, hoy en día, en medio de esta coyuntura, la gente tiene una alternativa para resguardarse de las problemáticas del sistema tradicional.
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